Pulp Fiction: la luz sobre un guión que marcó época

Para cualquier cinéfilo resulta un peaje obligatorio en su formación. Con el estreno de Pulp Fiction en 1994, Tarantino revolucionó la industria. Su éxito comercial abrió las puertas al cine de autor, convirtiendo lo antisistema en parte del sistema. Asistimos a una estructura narrativa en forma de puzle, con una línea temporal partida, desordenada. Por ello no es de extrañar que muchos la repitan disfrutándola cada vez más que la anterior. Su Oscar, Globo de Oro y Premio de Cine de la Academia Británica por mejor guión así lo certifican.

La fotografía cómo complemento

En fotografía no pasó de una nominación en los BAFTA, quizá porque Andrzej Sekuła, su director en esta disciplina, tuvo especial cuidado en no opacar la trama. Al subordinarse por completo a un guión magistral centrando la atención sobre éste, Sekula no se toma muchas licencias creativas. De esta manera hace de la fotografía en esta cinta un complemento a la medida.

Ciertamente estar a la altura de la carga visual de Quentin Tarantino son palabras mayores. Ya Sekula lo había acompañado dos años antes en su ópera prima y exitazo independiente Reservoir Dogs. En Pulp Fiction subió la parada de forma notable, que si bien es una cinta que ha trascendido por su guión, tiene más de un aspecto en fotografía que vale la pena celebrar.

Solamente 8.5 millones de dólares

Un dato importante para tener una idea más completa del talento de sus realizadores, es el presupuesto del que dispusieron para la cinta: Solamente 8.5 millones de dólares. Como Quentin no quería un look de producción barata tras su aclamada Reservoir Dogs, tuvieron que prescindir de caras lentes y en su lugar rodar con la película más lenta de Kodak. Esto les obligó a emplear iluminación adicional, generando un calor que hacía sufrir a los actores, pero que en última instancia aportó ese look clásico y sofisticado.

Son frecuentes el uso de primerísimos planos a los rostros, y en éstos un desenfoque en los ojos. Esto pareciera un mal trabajo del foquista de no ser por la clara lectura de una intención transgresiva. En tales primeros planos tenemos una distancia muy corta y fija de enfoque. Hablamos de escenas tensas de la trama. Vemos a personajes moviendo su cabeza al calor del momento, perdiendo el enfoque en los ojos de forma notable, pero recuperándolo en puntos clave del diálogo. Ello refuerza la tensión del momento así como nuestra atención sobre dichos personajes.

Sobre los planos debemos agregar que Pulp Fiction da continuación a lo que ya hoy es marca cinematográfica de Tarantino: los contrapicados desde un maletero. En cuanto a las escenas dialogadas, son resueltas con el esquema de plano-contraplano, apoyados por barridos que acaban encuadrando al personaje que tenga la palabra. También son frecuentes los planos detalle, intercalados con medios o americanos de los personajes. De este modo se pone énfasis en la acción que se esté realizando.

Colores y iluminación

Pulp Fiction no es una película con un lenguaje del color muy elaborado. Es decir, no busquemos patrones que relacionen a éstos con personajes, estados de ánimo o determinadas situaciones. La paleta es mayormente análoga o incluso monocromática, con una predominancia de cálidos. La iluminación tiene mucho de neonoir con varias escenas en clave baja. Rara vez es suave, incluso nos encontramos luces duras pegando en los rostros causando una ligera sobreexposición. Un estilo nada canónico, pero totalmente funcional a la historia y sus personajes.

Tanto iluminación como color aportan a la violencia estilizada de la cinta, cuyo icónico guión no lo sería tanto si la fotografía hubiese pujado por algún protagonismo. Sekula sabía que estaba ante una historia sui géneris para su tiempo, de difusa moralidad, si es que evocaba alguna, un guión que sería entorpecido si el lenguaje visual no era conciso, por eso su trabajo en Pulp Fiction por inadvertido es doblemente bueno.

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