Giselle Vargas: “ser productor es mucho más que distribuir recursos”    

Foto de Sadam Sánchez

Gisselle Vargas Olivera, actriz cubana devenida en directora, asistente de dirección y en mayor medida productora, habla hoy con POB Magazine sobre su trayectoria y los retos de ser productor audiovisual en Cuba.

¿Cómo te defines profesionalmente?

“Yo siento que la gente tiene mucha necesidad de que uno se defina, y yo simplemente lo que quiero es hacer cine. Actuar es lo que menos hago a nivel profesional, porque en las demás áreas es donde más y mejor remuneradas oportunidades de trabajo he tenido. Ya la mayoría ha dejado de pensar en mí como actriz. A veces me dicen «quiero que actúes y que también me hagas la producción», y por una cuestión de tiempo y de concentración prefiero no hacer ambos. También me dicen mucho «me encantaría que actuaras pero necesito más una asistente de dirección». Cada vez se piensa más en mí detrás de las cámaras que delante.”

¿Se podría decir que se requiere de creatividad o sentido artístico para ser productor?

“Claro que sí, hay que ser creativo para manejar el dinero, sobre todo en Cuba, y también para tener claro el porqué de algo que puede costar mucho dinero pero que es imprescindible para la película. Y siempre antes de decirle al director “no podemos porque no tenemos dinero”, hay que tratar de darle propuestas para llegar a un resultado similar con el dinero que se tiene.”

“Pero ser productor es mucho más que distribuir recursos, es la persona que apuesta desde el principio por una idea atendiendo a como se mueve el mercado. Cuando se presenta un proyecto a un fondo de financiamiento es el productor quién aplica. Lo primero es saber seleccionar los fondos correctos, atendiendo, por ejemplo, a qué películas han premiado anteriormente según la manera en que éstas se narraron y se conceptualizaron. Por lo tanto el productor debe tener una sensibilidad que le permita descodificar en un sentido artístico. Tiene que entender muy bien el medio, el cine como lenguaje.”

Foto de Pablo Larralde
¿Por qué género te decantas más como realizadora?

“Yo hago mucha televisión, pero como te dije, realmente lo que más me seduce es el cine. La manera de narrar que me interesa es el lenguaje cinematográfico, y trato de llevarlo a la televisión. Si bien en el mundo la frontera entre cine y televisión se está perdiendo, lo vemos mucho en las series de ahora que parecen en cine, en Cuba todavía están bien delimitados a nivel de lenguaje.”

Pero también trabajas mucho la producción de video clips, háblame sobre tu experiencia en este campo

“Realmente nunca fue el video clip un producto audiovisual donde yo tuviera puesto el ojo, pero Joseph Ros me llamó hace tres años para que trabajara como productora en su corto Matrioska, y a partir de ahí me propuso trabajar con él en un clip. El año pasado en menos de un mes hicimos tres videos, uno de ellos Bolero a la vida de Omara Portuondo con Gaby Moreno, que estuvo nominado a los Premios Lucas en varias categorías, incluida producción, la cual tuvimos solo cinco días para montarla, nada más y nada menos que de 21 a 26 de diciembre.”

¿Podría decirse que el video fue un reto?

“Totalmente. Joseph me dijo que el clip iba a ser sencillo y yo de ingenua le creí. En la primera reunión me dijo que quería el Complejo de Piscinas Baraguá como locación; yo le dije que iba a hacer todo lo posible porque como productora, aunque crea que algo es imposible, no me gusta decir que no sin antes intentarlo, no me gusta cortarles las alas a los directores. En este caso el problema era que los permisos para esas piscinas demoran un mínimo de 15 días. Pero me moví como una loca, hice mil gestiones, pedí mil favores y al día siguiente conseguí el permiso.”

Bolero a la vida – Omara Portuondo feat. Gaby Moreno

“También me pidió un grupo de nado sincronizado, que no abundan mucho y menos en esas fechas. Teníamos que hacerles los vestuarios en tres días, con 24 de diciembre por el medio. Fue una producción bastante compleja y en muy poco tiempo. Te cuento que mi amanecer del 24 fue un mensaje de Joseph diciéndome que nos habíamos quedado sin director de arte, y tuve que buscar corriendo a uno para el día siguiente. No obstante todo se pudo hacer, fueron tres días de no dormir y de no vivir.”

Foto de Juan Carlos Ceballo
¿Y no sufrieron ningún contratiempo mayor durante el rodaje?

“Teníamos planteada una escena de naufragio en el tanque de clavado, y cuando vamos a lanzar las maletas al agua me llama el piscinero y me dice que ahí no podemos tirar nada, yo le explico que son maletas que están limpias y vacías, a lo que él me responde que si yo se lo garantizaba no había problemas. Salgo del set un momento y cuando regreso veo que se lanzó por error una maleta con papeles dentro y terminó abriéndose en el aire. A mí por poco me da un ataque. Cuando encendieron las luces el fondo de aquella piscina era puros papeles. Lógicamente el piscinero entró en crisis. La idea que tuve fue buscar buzos para que limpiaran aquello, y mientras estaba en eso, por suerte, el subdirector me dijo que me tranquilizara, que iban a aprovechar para vaciar la piscina que hacía años que no se limpiaba.” 

Bolero a la vida – Omara Portuondo feat. Gaby Moreno 
¿Qué tanto intervienes como productora en la fotografía de un audiovisual?

“Mi intervención como productora en la fotografía es ante todo con el director. En un principio acordamos cómo se debe ver la película a fin de que responda a determinados códigos e intereses, y partiendo de ese consenso conversamos con el director de foto. La fotografía a veces, cuando es muy espectacular, termina robándose el protagonismo de la obra, y eso no debe pasar, sino que debe estar en función del guión, y trato de velar mucho por eso. El director de foto con él que más he trabajado es David Cruz, y como tenemos mucha confianza siempre estoy desde cero dándole pautas. Él tiene muy claro que la fotografía tiene que tributar a la historia y en ese sentido es muy creativo.”

Hay quien dice que los productores cubanos tienen un volumen de trabajo excesivo¿qué hay de cierto en esto?

“En Cuba hay una migración muy fuerte entre los realizadores, cada vez menos estamos haciendo todo el trabajo. Los actores también migran pero se gradúan de las escuelas en un número mucho mayor y se suplen los huecos, realizadores se gradúan en menor cantidad y cada uno en su especialidad. A eso súmale las carencias de recursos. Mientras menos dinero menos capacidad de contratación personal, y a veces el trabajo de dos o tres especialidades recae sobre una persona.” 

“Recuerdo cuando estuve en el Talents Guadalajara 2019, al mismo tiempo estábamos haciendo en Cuba el corto El Hijo Muerto, y durante los diez días que estuve en México no paraba de textearme con mi equipo. Recuerdo que en una fiesta un productor dominicano que conocí allá me dice «niña suelta el teléfono aunque sea un momento, disfruta la fiesta» y yo le dije «no puedo, estoy en medio de una preproducción en Cuba, yo llego y a la semana siguiente estoy rodando un corto independiente donde cada peso cuenta». Entonces me dice que me debo apoyar más en mi equipo de producción, y yo le respondo «¿qué equipo?». Él me empieza a preguntar por quién me hacía el presupuesto, las contrataciones, quién me coordinaba transporte, alimentación y permisología, y a todo le respondía que «yo». Él no lo podía creer, decía que yo era la mujer orquesta, y yo le dije que como yo hay cientos en Cuba.”

Por último ¿Qué otras dificultades implica ser productor en Cuba?

“Bueno, a raíz del Decreto Ley 373, que nos reconoce como realizadores independientes, dejamos de ser alegales para convertirnos en legales o ilegales. El decreto establece unas pautas que tenemos que cumplir, pero las condiciones no están creadas para cumplirlas. Por ejemplo, el tema de la moneda nos está golpeando mucho. Hay muchas cosas para nuestras películas que hay que comprarlas en Moneda Libremente Convertible (MLC), y eso con respecto a mi presupuesto me lo cuentan multiplicado por 24, así me lo fiscalizan, según la tasa de cambio oficial. Pero todos sabemos que en ningún lugar está el MLC a 24 pesos. Entonces no puedo comprar el MLC en 100 pesos y que me lo fiscalicen como si fuera a 24. La alternativa es el mercado negro, pero ese no da comprobantes ni hace contratos, que son indispensables para cuando me auditen la cuenta.”

“En fin, que las condiciones no existen para operar de la manera en que la ley nos exige. Yo creo que ese es el mayor problema al que nos enfrentamos los productores en este país. Y todos saben que eso pasa, que no hay manera de justificar el dinero pero se nos exige justificación, y todos saben que el MLC está a 100 pesos pero nos lo siguen contando como si estuviera a 24.”

Foto de Pablo Larralde

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