Relación Sujeto-Fondo

Cuando hacemos una foto es usual que la hagamos motivados por un elemento concreto, ya sea una persona, pareja o grupo, objeto, situación, un paisaje en su conjunto o incluso un concepto. En cualquier caso es importante tener claro dicho elemento, así como conocer los recursos para hacerlo destacar en el encuadre y conseguir de esta manera una buena relación sujeto-fondo.

Una foto se divide básicamente en dos secciones: espacio positivo y espacio negativo. El primero se basa en el elemento principal, el sujeto de nuestra fotografía,  mientras que el segundo viene a ser el resto, lo que funge como fondo del sujeto.

Fondo y sujeto son siempre apreciados de manera alterna, nunca a la vez. El sujeto es tal porque se diferencia del fondo, y es en él donde nuestra mirada se enfocará primero, lo percibimos de manera autónoma y no necesita de otro elemento para existir. Por ello si tenemos claro cuál es en nuestra foto, debemos buscar que este llame mucho más la atención que el fondo, y componer este último en función del sujeto, a fin de reforzar lo que buscamos transmitir. 

Vale destacar que la función del fondo, cuando no es neutro y meramente estético, es la de aportar contexto al sujeto y reforzar su protagonismo. Toda información en el fondo que no sea relevante con respecto a la intención de nuestra foto, debe ser desechada a fin de que no estorbe en la comunicación del mensaje.

Además, una imagen con muchos estímulos diferentes puede resultar agotadora si no existe una relación visual que los justifique. Si el espectador a primera vista no se siente atraído por algo que le genere impacto, no se molestará en leer la fotografía al considerarla en principio poco atractiva.

Existen una serie de recursos que aportan peso visual a un elemento, y por ende propician que el ojo humano lo distinga como sujeto. Algunos de estos son situarlo en el plano más cercano. Ubicarlo a la derecha y/o al extremo inferior del encuadre. Segregarlo o aislarlo.  Iluminarlo, saturarle el color o enfocarlo en detrimento del fondo, también vale al revés, siempre y cuando nos basemos en diferenciarlo del resto de la imagen. Emplear el lenguaje del color atendiendo a qué colores implican mayor o menor peso visual. Componer las líneas de forma tal que dirijan la mirada al punto deseado. Si nuestro sujeto está compuesto por más de un elemento, entonces deberemos usar estos recursos en función de su orden de importancia.

Fondo simple y sujeto complejo suele ser lo más común para lograr la relación sujeto-fondo, en el caso opuesto se requiere cierta abstracción por parte del espectador.

Foto de Claudia Raymat

Fondo simple y figura simple es una relación armónica cuando trabajamos composiciones minimalistas o monocromáticas.

Foto de Lester Vila

Y estamos ante un fondo complejo y figura compleja cuando se trata de una imagen con múltiples elementos que luchan entre sí por la atención del espectador. Estas últimas suelen ser fotos improvisadas, de escenas sobre las cuales no se tiene ningún control. Ejemplos tenemos muchos en el photostreet y el fotoperiodismo. 

Foto de Alain Lázaro Gutiérrez Almeida

Por último, no es imprescindible que exista una relación sujeto-fondo en cada fotografía, aunque sea lo más común. Por ejemplo, podemos hacer un retrato de primerísimo plano,  en el cual un rostro ocupe todo el encuadre, en ese caso la fotos sería sujeto en su totalidad. Lo mismo en un paisaje en el cual no destaque ningún elemento. 

Foto de Rey Estudio

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